domingo, 1 de julio de 2012

miércoles, 14 de julio de 2010

El tren de Benarés

                
  Son las seis de la tarde y llegamos a la estación de tren, una muchedumbre de gente se mueve a nuestro alrededor. Mi pareja y yo, cargados con las maletas, vamos a buscar el andén del tren en el que hemos de viajar. Las gotas de sudor hacen carreras por la frente y por la espalda, no es por el esfuerzo, es por el clima que es extremadamente húmedo, no puedes hacer nada sin empezar a sudar. Hemos llegado temprano para evitar imprevistos y poder coger el tren con tranquilidad hacia la ciudad sagrada de Varanasi o más conocida por nosotros los occidentales como Benarés.
Todo viajero que ha visitado la India, sabe que moverse en tren por este país es una experiencia anecdótica y seguramente inolvidable.
Y aquí estamos sentados en el pilar de una columna del andén dejando pasar el tiempo, en un entorno extraño sin embargo no hostil. La gente hace vida por el suelo, preparan comida, duermen, se sientan y medio agachados conversan. Eres observado con curiosidad y te miran descaradamente sin mala intención. Si les mantienes la mirada, apartan la vista hacia otro lugar, pero no siempre es así, para otros no haces más que aumentar su curiosidad, aguantando la mirada hasta unos límites insostenibles.
Arrojan continuamente escupitajos rojizos, consecuencia de masticar betel. Mean, se desabrochan el pantalón para ponerse la camisa por dentro, mientras se hablan con toda naturalidad. Se rascan la entrepierna, sin una brizna de preocupación ni perjuicios.
El calor, el olor a meado, a mierda de vaca, a la que no es de vaca, a especies, a sudor y otros olores difíciles de clasificar, junto con un enjambre de moscas, gobiernan el acceso a las vías del tren. Una vaca pasta tranquilamente por en medio de los raíles comiendo trozos de cartón, llega un tren silbando desmesuradamente, hasta que el animal se aparta sin demasiadas prisas.
Antes de que el tren se detenga del todo, los viajeros ya saltan de los vagones y un grupo de gente que aparece de la nada, con palanganas en las manos, pegando unos gritos repetitivos en hindi como si se tratara de un mantra, ofrecen de beber y comer a los viajeros. A la vez el tren se va llenando de gente hasta desbordarse y cuando parece que ya no cabe ni un alfiler y que las puertas de los vagones rebosan, aun se añaden un montón de pasajeros, que empujando y de forma casi mágica se hacen sitio.
Anuncian por megafonía que nuestro tren lleva retraso de una hora, la gente ni se inmuta, una mujer se acuesta sobre su bolsa y se pone a dormir, otras vestidas con ropas llamativas típicas del Rajastán, de cuclillas en el suelo empiezan un pequeño fuego quemando moñigas secas de vaca, pelan verduras y las van introduciendo en una pequeña cazuela preparando para cenar. Un hombre se entretiene mirándonos como si fuéramos objetos de feria, otros a escasos metros mean junto a las vías, mientras otro tanto escupe en la misma dirección, los más virtuosos lo hacen todo al mismo tiempo. Las gotas de sudor chorrean por todo el cuerpo, la ropa de lino no puede con su cometido de mantenerte fresco. El sol se ha puesto, pero el calor perdura.
Un hombre vestido de militar con unos enormes bigotes, pasa impasible con un fusil de cerrojo colgado de un cordel, por delante de un tenderete en que un hombre se gana el jornal limpiando la cera de las orejas, con sorprendente habilidad y con un inquietante alambre. Otro vende dentaduras postizas, que sin duda ya han tenido dueño y que los compradores se prueban por si les encaja. Una mujer con evidentes signos de precaria salud, asistida por una pareja que podrían ser sus hijos, implora unas rupias a los que le rodean. Más tarde descubrimos, que sabía de su próxima muerte y se dirigía hacia la ciudad Santa, el dinero que mendigaba, era para poder comprar leña en el crematorio de Benarés, para cuando la quemaran, ya que tienen la creencia de que en cuanto se mueren, si son lanzadas sus cenizas al río sagrado, el Ganga o Ganges, la gran madre, que toda vida proviene, su ciclo de reencarnaciones, karma o Samsara, ley de causa y efecto, se concluye y pueden descansar en paz. Por eso mucha gente peregrina hacia esta ciudad, para terminar sus últimos días.
Un silbato nos saca de nuestros pensamientos. Llega nuestro tren, tenemos el vagón de literas, privilegiado según nos dicen, tiene mucho que desear pero una vez vistos los demás, es de agradecer. Son compartimentos o mejor dicho espacios de cuatro literas separados del resto por cortinas que estaban más abiertas que cerradas, en teoría para ser ocupadas por cuatro personas, en la práctica se ponen todos los que pueden y más. Llegamos a nuestro compartimento, no sabemos demasiado bien del espacio que disponemos, porque todo está repleto de maletas y bolsas con cosas. Los vecinos de la litera de enfrente, son una pareja de mediana edad y una vez nos ven, comprueban nuestro billete para saber donde toca ubicarnos, entonces quitan bolsas y objetos de nuestro espacio. Encima de su litera hay uno que duerme y que suponemos que es familia o al menos conocido, porque le sacuden y le hablan sin demasiados miramientos ni resultado, ya que él sigue durmiendo como si nada. Poco a poco nos vamos haciendo lugar en una de las literas de abajo que tenemos asignada, la otra que tenemos reservada es la de arriba pero está llena de objetos de los que no ha salido el propietario.
El hombre de enfrente empieza a hacer preguntas y empieza una precaria comunicación, el hecho es limitado, porque él habla con "indinglish" y nosotros con "spaninglish", además le cuesta tener que hablar con mi pareja por el hecho de ser mujer, ya que su cultura machista le pesa, yo por otro lado evito la conversación por mi limitado inglés y peor pronunciación, que en cuanto llego a decir algo, tengo que terminar preguntado qué es lo que he dicho, porque las caras del interlocutor son un poema.
El indio le coge gusto a la conversación y bravuconea ante su mujer de su don de gentes. Con cierta petulancia estira una pierna invadiendo nuestra litera y apoya el pie en nuestra cama e ilustra a su mujer ubicando España en California así que ya optamos por no aclarar que éramos de Mallorca. A cada pregunta que se hace en inglés hay comentarios entre las parejas, como si fuese una jugada, por lo bajo y entre dientes en hindi y catalán. Al descubrir que mi falta de conversación es por falta de idioma y no por desinterés, se alegran tanto él como su esposa.
Al otro lado del pasillo hay dos literas y una hay una chica que no ha parado de observarnos desde que hemos llegado, como si fueran animales enjaulados, tal vez con una mezcla de curiosidad por el país lejano que representamos y de envidia de pensar que vivimos mejor. Al correr las cortinas se ve que son dos chicas de unos quince, dieciséis años y un niño de unos siete, que todos comparten el espacio que corresponde a uno.
La invasora de la litera de arriba hace acto de presencia y se lleva todos su bártulos, así que nosotros podemos acabar de instalarnos.
Tímidamente sacamos nuestros bocadillos para cenar un poco, sin poder evitar ser observados, como especies en el zoo cuando te preguntas, y este bicho que comerá? Saciada su curiosidad culinaria, la réplica de los vecinos no se hace esperar, de por detrás de una maleta, sacan un bidón con agua y una fiambrera metálica de pisos compartimentados, en uno había arroz, en otro una salsa roja con lo que parecen albóndigas, una vez abierta la fiambrera, un olor a especies reina todo el compartimento. Sin muchos preámbulos el hombre empieza a comer sobre las sábanas donde han de dormir, introduce la mano derecha en el arroz, lo mezcla con la carne y la salsa, palpando y aplastando hace como una bola llevándosela hacia la boca, al poco tiempo de comer armonizando con sus correspondientes eructos, la “mano cuchara” ya no se distingue de la comida, está reluciente, pigmentada de tomate, llena de granos de arroz. Una vez terminado culmina con una “mascletá” y un indiscreto eructo deja escapar. Apetecería decir "salud", pero por miedo a no ofender en casa de otro, vale más callar.
El hombre se levantó de la cama con la mano en el aire como si fuera un banderín de colores y se perdió por el pasillo del tren. Al volver, la mano ya ha recobrado su similar humana. Se disponen dormir los dos en el lugar de uno, la cabeza con los pies del otro, tapados con unas sábanas estampadas, que en realidad si la higiene lo hiciera posible, serían blancas.
Nosotros por nuestra parte intentamos hacer lo mismo, cada uno en su litera como privilegio de ser turista, yo me quedo en la de abajo e intentamos que las catorce horas de tren se hagan más cortas.
Cuesta conciliar el sueño y cuando casi lo consigues, es interrumpido por la palabrería de los vecinos, por las numerosas paradas, el constante ir y venir de los demás viajeros, propinado indiscretos gritos e invadiendo nuestro compartimento en busca de un lugar donde instalarse.
Deduzco que la parada de los vecinos de enfrente esta próxima porque empiezan a moverse afanosamente, recogiendo paquetes, zarandeando y despertando al de su litera superior.
El de la litera de arriba al bajar, con la naturalidad del que respira disparó hacia nosotros un estrepitoso pedo.
Yo estoy despierto al hacer la parada, pero me hago el dormido para no dar conversación y poder rehacer el sueño.
El vecino buscaba sus maletas que estaban bajo mi litera, y puso una mano sobre mi pecho como anclaje para no perder el equilibrio mientras con el otro brazo iba estirado las bolsas y maletas que había abajo, llegado a este punto ya era ridículo el fingir que dormía .
El alargó la mano, la que no hacía tanto estaba rebozada de arroz con salsa y la estrechó cordialmente contra la mía, despidiéndose y deseando un buen viaje.
Al poco tiempo empezaron a desfilar los próximos vecinos.
En la litera de arriba se sentaron tres chicas, en la de abajo dos mujeres y un chico, los seis nos miraban con descarada curiosidad. Yo me hacía el dormido y con los ojos medio cerrados les observaba también con curiosidad. Por un momento los imaginé como buitres sobre un árbol acechando su comida. Ante tal tensión cuesta coger el sueño.
Dejo que mi mente se recree en el recuerdo de la experiencia reciente en la población de Luni. Fuimos a dormir en lo que vendría ser una antigua fortificación, transformada en una especie de hotel, nuestra habitación daba a lo que debía ser el patio de armas, adornado con reliquias de cañones, era una habitación amplia, con una cama con dosel.
En la cena conocimos un matrimonio indi, que mostraron curiosidad por nosotros al ser españoles ya que ellos iban a clase de español y vieron la oportunidad de practicar. Rápidamente nos hicimos amigos, él resultó ser un coronel y nosotros le comentamos que éramos terapeutas y que yo en concreto trabajaba con hipnosis, cosa que les fascinó. Nos despedimos para ir a dormir y quedamos para desayunar juntos.
Al rato de llegar a la habitación y una vez en la cama, oímos que nos llamaban por nuestro nombre y golpeaban tímidamente la puerta. Al abrir nos encontramos con el coronel que nos pidió si podríamos hacer una sesión a un amigo suyo, que es el propietario del hotel. Aceptamos encantados a pesar de la hora, nos volvemos a vestir, y al rato vienen a buscarnos personal del hotel, que nos acompañan hasta las dependencias del propietario.
Somos recibidos por un señor con unos enormes bigotes negros, vestido al estilo occidental, que cortésmente nos da la bienvenida. Entramos en lo que debía ser su habitación, con una amplia cama con dosel, un gato siamés tumbado sobre la cama y apreciamos la inquietante imagen de la culata de un revolver bajo la almohada. El coronel también está presente y actúa como intérprete, nos cuenta que el motivo de la sesión, es que su amigo sufre ataques de pánico sin conocer la causa. Y empezamos una inusual sesión en que mi mujer y el coronel traducían lo que podían al ingles y al indi, yo daba las consignas en español y esperaba paciente la traducción. Obviamente no tenía muchas esperanzas de éxito y por mi sorpresa el señor bigotudo cayó de una pieza sobre la cama. La sesión dada las circunstancias fue un éxito.
Al día siguiente después de despedirnos tras desayunar con el militar y su esposa, nos encontramos con la sorpresa del obsequio de un coche con conductor a nuestra disposición, para acompañarnos hasta la próxima ciudad. El conductor estaba al corriente de la sesión de la noche pasada, en la que sin saberlo habíamos tratado con el tío del marajá de Jodhpur .
Pasan las horas y los recuerdos y por fin llegamos a la estación de Benarés, la ciudad bosteza, se despereza lentamente, ante el romper del alba que anuncia un nuevo día y aquí empieza una nueva aventura.
El recuerdo de India es de un buen país, muy buena gente, una eclosión de colores, de olores, a cada paso es una fotografía, tienen dada las circunstancias de pobreza, una buena filosofía de la vida. En resumen se puede decir que, la India es un reto para los sentidos y un poema a la vida.

jueves, 26 de febrero de 2009

EL TREN DE BENARES

          Son les sis de la tarda, arribem a l’estació de tren, la meva parella i jo, carregats amb les maletes, las gotes de suor fan curses per el front, no es per l’esforç es per el clima tant humit, no pots fer res fora suar. Hem arribat d’hora per evitar imprevists i poder agafar el tren amb tranquil•litat cap a la ciutat de Varanasi o mes coneguda per nosaltres els occidentals per Benarés.
Tot viatger que ha visitat l’Índia, sap que moure’s en tren per aquest país es una experiència anecdòtica i segurament inoblidable.
I aquí estem asseguts a un pilar d’una columna de l’andana i deixem passar el temps dins un entorn estrany emperò no hostil, la gent fa vida per el terra, fan menjar, dormen, asseuen, i mitjos ajupits conversen. Ets observat en curiositat i et miren descaradament, fora malícia, si confrontes la mirada, decanten la vista cap un altre lloc, però no sempre es així, per altres no fa mes que augmentar la seva curiositat, aguantant la mirada fins un límits insostenibles.
Escupen seguit seguit gargalls vermellosos, conseqüència de rosegar betel, pixen, es descorden el calçons, per posar-se la camisa per dins, mentrestant es parlen en tota naturalitat, es graten l’entrecuix, fora gens de preocupació ni perjudicis.
La calor, la pudor a pixat, merda de vaca, a la que no es de vaca, espècies, a suor i altres olors difícils de classificar, junt amb un eixam de mosques, governen l’accés a las vies del tren, una vaca pastura tranquil•lament per el mig del rails, menjat trossos de cartó, a la que arriba un tren xiulant desmesuradament, fins que el animal es decanta fora massa presses, abans s’aturi del tot, la gent ja bota dels vagons i un grup de gent, que apareix del no res, en palanganes amb les mans, pegant un crits repetitius en indi, com si es tractés d’un mantra, ofereixen de beure i menjar al viatjants, a la vegada el tren es va farcint de gent a mes no poder, quant pareix que ja no hi cap ni una agulla, que las portes del vagons vessen de gent, encara s’afegeix un munt de gent, que empenyent i de forma quasi màgica si fan joc.
Anuncien per megafonia que el nostre tren duu retràs d’una hora, la gent ni s’immuta, una dona s’estira damunt la seva bossa i es posa a dormir, unes altres vestides en robes llampants típiques del Rajastan , ajupides al terra comencen un petit foc cremat buinas de vaca seca, pelen verdura i las van introduït dins una petita cassola preparant per sopar. Un home s’entreté mirant-nos com si fóssim objectes de fira, altres a escassos metres pixen vora les vies, mentre altre tant escup en la mateixa direcció, el mes virtuosos ho fan tot al mateix temps. Las gotes de suor regalimen per l’espatlla, el sol es post però la calor perdura.
Un home vestit de militar, amb uns enormes bigotis, passa impassible amb un fusell de cerrotge, penjat amb un cordell, per davant d’una parada en que un home es guanya el jornal fent net la cera d’orelles, amb sorprenent habilitat amb un inquietant fil ferro, un altre ven barramentas postisses, que fora cap dubta ja han tingut amo i que els compradors es satjen per si l’encaixa. Una dona amb evidents signes de precària salut, assistida per una parella que podrien ser el seus fills, implora unes rupies als que l’envolten. Mes tard descobrim, que sabia de la seva propera mort i es dirigia cap la ciutat Santa. El dobles que m’endegava, era per poder comprar llenya al crematori de Benares, per quant la cremessin, en la creença que tenen, que quant es moren i son llançades las seves cendres al riu sagrat, el Ganga o Ganges, la gran mare, que tota vida prové. El seu cicle de reencarnacions, karma o Samsara, llei de causa i efecte, es conclou i poden descansar en pau. Per això molta gent peregrina cap aquesta ciutat, per acabar els seus darrers dies.
Un xiulet ens treu dels nostres pensaments. Arriba el nostre tren, tenim el vago de lliteres, privilegiat segons ens diuen, te molt que desitjar però un cop vistos els altres, es el cel. Son compartiments o millor dit espais de quatre lliteres separat del resta per cortines, que estaven mes obertes que tancades, en teoria per quatre persones, a la practica si posen tots els qui poden i mes. Arribem al nostre compartiment, no saben massa be del espai que disposem, perque tot esta pler de maletes i bosses amb coses, el veïns de la llitera del davant, es una parella de mitjana edat, que un cop ens veuen, comprovant el nostre passatge per sabé on ens toca ubicar-nos, van llevant coses del nostre espai, a la de sobre seu hi ha un que dorm, que suposem que es família o al manco conegut, perque el sacsegen i li diuen coses , sense massa resultat, ja que ell segueix dormit com si res. Poc a poc ens anem fet lloc a una de las lliteres de baix que tenim assignada, l’altre que tenim reservada es la d’alt però esta farcida d’objectes dels que no ha sortit el propietari.
L’home del davant comença a fer preguntes e intercanvia una mica de comunicació, el fet es limitat, per que ell parla amb “ indinglis ” i nosaltres amb “ spaninglis “, a mes li fot tenir que parlar amb la meva parella, per el fet de ser dona, ja que la seva cultura masclista li pesa, jo per altre banda evito la conversa per el meu limitat angles i pitjor pronunciació, que quant arribo a dir qualque cosa, he d’acabar preguntat que es lo que he dit, perque las cares del interlocutor son un poema.
El indi l’agafa gust a la conversa i blavejar davant la seva dona del seu do per las gents, amb certa petulància estira un peu envaint la nostre llitera e il•lustra a la seva dona ubicant Espanya a Califòrnia, aquí ja varem optar per no aclarir que érem de Mallorca. A cada pregunta que es fa amb angles hi ha comentaris entre las parelles, com si fou una jugada, per lo baix i entre dents amb hindú i català. Al descobrir que la meva falta de conversa es per falta d’idioma i no per desinterès, se n’alegra tant ell com la seva dona.
A l’altre costat del passadís hi ha dues lliteres i a una hi ha una noia que no ha parat d’observar-nos des que hem arribat, com si fossin animalons engabiats, tal vegada amb una mescla de curiositat pel país llunya que representem i d’enveja de pensar que vivim millor. En corre las cortines es veu que son dues noies d’uns quinze, setze anys i un nin d’uns set, que tots plegats comparteixen l’espai que correspon a un.
La invasora de la llitera de d’alt fa acte de presencia i se’n dur tot els seu bartuls, a la que nosaltres acabem de poder-nos instal•lar
Tímidament traiem els nostres entrepans per sopar una mica, fora poder evitar ser observats, varem treure un paquet de galetes d’inca que lis varem oferir, la replica del veïns no es fa esperar, del pel darrera de una maleta, traven un bidó amb aigua i un portaviandes metàl•lic de pisos en compartiments, a un havia arròs, a l’altre una salsa vermella en lo que semblen pilotes, un cop oberta la carmanyola, una olor a espècies reina tot el compartiment. Fora gaire be mes preàmbuls l’home comença a menjar damunt els llençols que han de dormir, introdueix la ma dreta dins l’arròs, el mescla amb la carn i la salsa , palpat i xafant fa com una bolla i cap a la boca, al poc temps de menjar harmonitzant amb els seus corresponents rots, la ma cullera ja no es destria del menjar, esta tota lluent, pigmentada de tomàtiga, plena de grans de arròs. Un cop acabat com un bon minyó, fa la mascletà i un indiscret rot deixa escapar. Fa ganes de dir “salut”, però per por a no ofendre a casa d’altre, val mes callar.
L’home es aixecar de la llitera amb la ma al aire com si fos una banderola de colors i es va perdre par el passadís del tren.
Al tornar la ma ja ha recobrat el seu semblant humana. Es disposen adormir tot dos en el lloc d’un, cap per peus tapats amb un llençols estampats, que en realitat si la higiene ho fes possible serien blancs.
Nosaltres per la nostre banda intentem fer lo mateix, cadascú a la seva llitera com privilegi de ésser turista, jo en quedo la de baix , e intentem que las catorze hores de tren es facin mes curtes.
La son costa de arribar i quant cuasi o fa, es interrompuda en freqüència per la xerrameca dels veïns, amb las nombroses parades, el costant anar i venir dels altres viatgers, propinat indiscrets crits i envaint el nostre compartiment en recerca de lloc per instal•lar-se.
La parada dels veïns de davant esta propera perquè es comencen a moure replegant paquets i espavilant al de la seva llitera del seu sobre.
El de la llitera de dalt en baixà, en la naturalitat d’aquell que respira va disparar cap a nosaltres un estrepitós pet.
Jo estic despert amb fer la parada, però en faig el dormit per no donar conversa i poder refer el so.
Cercava las seves maletes que estaven baix la meva llitera, i va posar una ma damunt el meu pit com anclatge per no perdre el equilibri mentre amb l’altre anava estirat las bosses i maletes que havia a sota, arribat a aquest punt ja era ridícul el fingí que dormia
En va allargar la ma, la que no feia tant estava arrebossada de arròs amb salsa i la va estrènyer cordialment contra la meva, encomiant i desitjat un bon viatge.
Al poc temps varen començar a desfilar el propers veïns
A la llitera de dalt si van seure tres noies, a la de baix dues dones i un noi i tot sis ens miràvem en descarada curiositat , jo en feia el dormit i amb els ulls mitjos clucs les observava també en curiositat. Per un moment els vaig imaginar com voltors dalt d’un arbre observant el seu àpat. Davant tal tensió costa agafar el so.
Passen les hores, arribem a l’estació de Benares, la ciutat badalla i es despereça lentament, davant el trencar de l’auba que anuncia un nou dia, aqui comença una nova aventura.
Per lo resta es un bon país, molt bona gent, una eclosió de colors i d’olors, a cada passa pots fer una fotografia, tenen donada las circumstancies, una bona filosofia de la vida. Per resumir es pot dir que,
L’Índia es un repte per els sentits i un poema per la vida.

GROGUES NO, GARCIES


          Estic assegut a un banc d'un passeig davant la mar, ja és de matinada i només es passegen els quatre perduts. Al meu costat hi ha el meu amic Tomeu, es el meu amic de rauxes i avui m’havia vingut a cercar damunt les nou per anar a sopar i a fer unes copes. Hem anat a un xinès i desprès a prendre unes cerveses a “ L’ANTRO “ que és un bar de dubtosa reputació, que no se perquè la gent ho diu així perque de dubtosa no en té res, està ben clar que és lo pitjor de lo pitjor.


Allà hi hem trobat al Johnny, que en realitat li diuen Joan, però com que va festejar amb una anglesa que l’anomenava així, volia que tothom el cridés per aquest nom. La gent per evitar complicacions, ja que te molt mal caràcter i s’exalta amb molta facilitat, l’anomenaven per el llinatge que és el de Garcies, axis estalviaven mal entesos Aquest subjecte en qüestió, és un pinta fora feina definida, ni amb cap ganes de fer-ho. Així i tot s’hagués pogut dedicar perfectament d’apotecari perque de píndoles en sap una estona ben llarga i de vendrer-ne altre tant, en té de tota forma, mida, textura i color, les duu dins bosetes, que te les mostra tan aviat que no te dona temps a mirar-les, amollant una lletania de noms i efectes de les pastilles, això si, sense mirar-te a la cara, tot el temps mirant amunt i avall, i de cop i volta amaga els paquets fent un moviment ràpid d’aixecar les celles, en la que diu :
- Secreta, secreta...


Es refereix a la policia, però pots pensar si es ver! té brusques com que li deu faltar un bull, amb tanta pastilla de colorins, però bé si vols qualque cosa d’ell li has de seguir la corrent. En Tomeu fort i no te moguis que teníem de provar-ne que nos ho passaríem molt bé, que riuríem molt i no sé què més. Tant va arribar a dir, que per no sentir-lo , vàrem decidir comprar-ne un parell, en Garcies nos va veure venir, com que també ens coneixia i sabia que no érem clients habituals, ens va enflocar las que li paregué. Jo vaig provar de queixar-me sospitant la jugada i li vaig dir:
- Que no en tens d’altre color?
Bona cosa li vaig dir, perque aquí en Joan Garcies Gómez, àlies en Johnny, li va pujar un color granatos a la cara i una vena del front si li va inflar, fins al límit de casi esclatar i va dir encès com un mistro:
- “ Xi no en volx coprax no en comprix, pero no me faiguix perdre el tepx, te dic que domex tenc lex d’aquext color, xi no en volx no en comprix i dexe de toxar els coxons”
La veritat es que es un poc mal d’entendre, perque xerrava un poc malament. Es deu a la amiga anglesa, no per l’influencia de l’accent, sinó perque ella no li havia dit que tenia un nuvi americà que feia de marine a la armada americana, era d’aquests que poden donar la talla en metres cuadrats i un dia es va presentar per donar una sorpresa , i ja ho crec que la va donar ! n´hi va endinyà una, però quin una!! Això si, en tot el morros i es coneix que les dents se li varen descol·locar una mica, això les que li varen quedar, es clar, perque mes de la meitat varen agafar camí per no tornar.


Davant la crispació i la possibilitat de que es tanqués en banda, i no volgués negocis amb nosaltres, vàrem optar per comprar-nis, crec que se n’aprofità del moment i de la situacio, perque ens va pegar una espassada amb el preu, basta dir que ens varen costar més que el sopar !, però qualsevol li discuteix desprès de la volada que havia agafat, sols de pensar amb aquella vena del cap en va fer desistir.


I aquí estic assegut, marejat, amb el cap que va com vol, que ell tot sol es monta cada història, que m’agradaria sabre d’on ho treu. En Tomeu està bé, com que ho ha tret tot per dins un carreró. Mira quina tudadissa de sopar, begudes i pastilles!
Comença a clarejar i convindria tornar cap a casa.
Ara he de pujar l’acera, he d’aixecar el peu per pujar l’escalonet, ja gairebé hi sóc damunt, sols he d’aixecar la cama, no sé perquè li donc tantes voltes amb lo fàcil que es...Betua.!..ja som de grapes, tanta sort que no m’he fet mal, quina caiguda mes beneita, noo... i m’he fet una bona pelada al colze!. Es estrany... no me fa mal, de fet no noto res, tinc la sensació de tenir el cos com embuatat. En Tomeu el tinc davant que me xerra, però no sé què me diu, jo sols el miro fitxo com un mussol, veig que mou la boca però no el sent, m’agafa el braç amb cara de emprenyat i me du cap a la seva moto remugant, ara si que l’entenc, diu que m’acompanya a casa meva i que si no sé sortir que no surti. Jo li hagués contestat, si pogués, que sortir si que en sé, que lo que no sé és tornar. Es curiós ara puc escoltar però no puc xerrar! Me fa pujar a la moto, no m’ho penso tant com amb l’acera i pareix que va més bé perquè ja soc a dalt ...rectifico, ja torn ésser al terra, me renya i me diu que hi posi més de la meva part. Aquesta si que és bona, si jo de la meva ho poso tot, és ell que hi ha de posar més de la seva si vol que puji a la moto. Ho seguim provant i a la que fa tres o deu, no ho sé, el meu cos va prendre part i va optar per aferrar-se ell sol al seient, suposo que cansat de caure i de veure suar i remugar en Tomeu.
Em du fins a casa, fins i tot m’obre la porta amb les meves claus, perque me les he tret de la butxaca, però no sabia què fer amb elles. Me´n tenc que anar a jeure perque tot en dóna voltes, en costa caminar recta fora donar tombs, entro al cuarto fora encendre el llum, perque l’interruptor s’ha amagat no sé ha on , tampoc en llevo la roba, si me passa un poc ja miraré de llevarme-la , en tomb d´un cop al llit, però no pot ésser hi ha algú dins el llit! fot bot del llit com si tingues una molla i en la mateixa sent:
- Jaume que ets tu? .
Batuedell, batuedell, si això es la padrina! , ja m’he equivocat de cuarto , menys mal que se va un poc del cap, sinó hagués estat gros. En Jaume era el seu home que ja es mort fa anys.


Me´n vaig aviat cap el bany, més tort que dret, pegant unes brandades, que no sé si, perque estic marejat o són elles que me maregen. Tanc la porta i m’assec a la tassa, fora sabé gairebé lo que fer, aplom el cap a les mans i els colzes sobre els genolls i deixo passar el temps per si es defineix la necessitat fisiològica, amb això vaig notant com els colzes van patinant de sobre els genolls, però com van patinant tan a poc a poc, que ja hi estaré a temps a dur-los ha un punt mes estable.


La mirada està fitxada amb les rajoles del terra, que son de terrasso polit, al poc temps totes aquelles pedretes sembla que tenen vida pròpia perquè han començant a bellugarse, inclòs sent una remor de fons, de cada cop és més clar, és un mercat... si és un mercat xinès, estibat de gent que van amunt i avall amb els seus barrets triangulars, amb el xivarri de xerrar tots alhora, ple de carretons farcits de fruita, ceràmica, animals, teles... ai, ai, quin ensurt !, casi he pegat de morros damunt el mercat, clar no he pensat pus amb els colzes i han patinat del tot.


Em vaig a rabejar la cara, en sento molt meretjat, obro la aixeta del aigua i no puc evitar mirar-me al mirall. L’aspecte és deplorable, la cara està blanca com la paret , amb unes ulleres que pareix un ós panda, els ulls injectats de sang, amb una lluentor, que la padrina ja me donaria oli amb suc de llimona per els cucs.


Res, que pareixes com se sol dir, la mort amb pebres. Me la rabejo, però no serveix de res perque las ganes de vomitar van anant amb augment i finalment ho faig al lavabo, abans de la segona arcada ja som al wàter buidant el wantun junt amb els fideus xinesos, tot això acompanyat d’abundant cervesa i d’un peculiar pigment groc,... groc!


Ara ho entenc tot, això son les punyeteras pastilles que ens va donar en Garcies, ja sabia jo que ens venia les que ningú vol, perque si a n’això li diuen passar-lo bé, no vull sabre lo que deu ser passar-lo malament, perque en Tomeu tant de xerrar, no vaig veure que rigués gens quan vomitava entre dos contenidors de fems.


Es curiós, te donen una sensació estranya, com si es cos passeges tot sol fora tu, el vas observant com si tingués una entitat pròpia, estranyat de lo que fa, que tan li és pegar de grapes, com baixar-se el calçons i mostrar-li el cul a la fornera. Es com si somniessis...no es molt pitjor, perque quan somnies al menys el cos no s’endú nafrades i l’endemà pots anar a comprar el pa, fora que te comentin de forma sarcàstica :
- Feies mala cara l’altre vespre ...
Perque està ben clar que no era la cara lo que t’avien vist.


Tot això està ben clar que la culpa es d’en Garcies, que nos va vendre las que ningú vol, ja nos havien recomanat unes de blaves que per lo vist fan riure molt, però aquestes tenien molt mala anomenada i de rialles poques, be un poc si que vaig riure quant en Tomeu va llenegar amb el seu vomitat i va fotre de cap dins un contenidor.
Mira que li vaig dir, a n’aquell desgraciat mig esportallat GROGUES NO, GARCIES, GROGUES NO!
Que son aquestes malmenades, qui m’estremenetja d’aquesta manera, se coneix que m’he quedat dormit, me costa badar els ulls, jas...si es en Tomeu!... i que hi fa aquí?
Animals!...i que faig jo encara aquí? Si no m’ he mogut del banc del passeig.
Estic marejat, amb el cap que va com vol, ell tot sol monta cada història, comença a clarejar i convindria tornar a casa.
Ara he de pujar l’acera...

LA PRINCESA DE SAL



Hi havia, en un temps molt llunyà, un petit regnat vora la mar. La seva situació geogràfica feia que el seu port fos un dels més transitats, pròspers i bufons de tots els voltants, amb unes platges de sorra fina i aigües cristal·lines farcides de peixos de colors i no menys apreciats coralls. Dalt d’una petita muntanya, vora el port, hi resplendia un blanc palau amb les torres coronades de banderes de colors, amb uns amplis i florits jardins en els quals hom es podia recrear la vista amb aquell bunyolet de regnat. Allà vivia feliç el rei amb la seva reina i amb la perla de la corona, la seva filla, una jove princesa molt garrida.
El Rei, com és normal en tots els pares, volia el millor per a la seva filla, i li donava gairebé tot el que aquesta pogués desitjar, i pretenia que qualque dia es casés amb algun noble o, preferiblement, amb algun rei o príncep, perquè com que la seva posició social era tan agraciada, segur que podria triar el que més li convingués o, en el seu cas, el que més li convingués a ell, que segurament devia ser el millor, perquè per això era el Rei. Per por que ella pogués tenir un criteri distint al destí que ell volia per ella no la deixava sortir gaire i triava molt a consciència amb qui es podia relacionar i amb qui no, sobretot amb qui no.
La princesa vivia dins un món de cotó que la feia feliç, a la seva manera, o almenys així ella ho pensava. Tenia totes les seves necessitats cobertes. De coses materials no n’hi mancava cap, i de la part emocional, no havia tingut ocasió de conèixer gaire cosa, i clar, allò que no es coneix no es pot desitjar. Com que no tenia gaires feines ni relacions socials, els capvespres solia anar a passejar pels jardins reials fins a un penya-segat que dominava l’entrada del petit port. Allà s’hi veien les petites barques de pesca que tornaven de la mar i passaven pel mig dels grans vaixells de mercaderies que estaven fondejats al mig del port, a causa del seu gran calat, que no les deixava atracar-se al moll. A ella li agradava molt veure tot aquell trull i s’hi passava hores mirant la mar i la gent que transitava pel port.
Una tarda com una altra estava mirant la mar quan, de sobte, una bufada del vent li va prendre el mocador que portava al cap, el va enlairar amunt amunt per després veure com es perdia cap a l'horitzó per damunt la mar. A pesar que no li venia d’un mocador, li va saber greu, perquè li agradava molt; era un mocador senzill, de seda fina, fora brodats, de color groc i era el que més solia dur.
A tot això, un jove mariner que tornava cap el port, va veure com surava una tela groga i la va recollir fora poder evitar quedar encisat per la subtil fragància que desprenia a pesar d'haver estat dins la mar. El va fermar al pal de proa per a que s'eixugués. Amb la brisa li arribava aquella delicada olor i, un pic eixut, va optar per deixar-lo allà.
Una altra tarda la princesa estava com sempre, dalt del seu mirador, i es fixà en un petit vaixell que duia pel pal un curiós drap groc molt semblant al del mocador que dies abans ella havia perdut. Això va fer que cada dia es fixés en la curiosa embarcació. La seva fructífera i desenfeinada ment començà a especular sobre com devia ser el personatge que duia aquell drap que tant li recordava al seu mocador. ¿Devia ser un vell llop marí forjat per la mar o un pare de família nombrosa que lluitava per traure els fills endavant? O potser devia ser el fill de l’emperador, que se n’havia anat a córrer món mentre esperava la seva proclamació? O devia ser...? La seva curiositat va anar en augment fins que un dia volgué veure de més a prop aquell navegant que portava tan peculiar banderola i això acabà amb tota aquella obsessiva curiositat. Però clar, com que era la princesa, no ho podia fer sense aixecar expectació, per la qual cosa va decidir anar-hi d’amagat. Es posà un vestit que va fer anar a comprar a la seva donzella, per no cridar l’atenció, i amb la serventa varen anar al moll a veure com arribaven les embarcacions. A l’hora en què solia arribar aquell tan observat vaixell es posaren, amb la criada, a una certa distància d’on aquest amarrava.
El seu desig no es va fer esperar. Al poc temps va fer entrada al port la tan esperada nau, que amb una ràpida i concisa maniobra va atracar l’espígol del moll, i ho féu amb tal rapidesa que la princesa no va tenir temps de veure amb claredat aquell enigmàtic patró; sols va poder deduir que era jove, per l’agilitat que el precedia, perquè amb un felí bot ja havia saltat a terra, donant l’esquena a la gent del moll per poder encapellar millor la gassa de mans al norai del port. Duia un ampli capell de palla que li tapava quasi bé mitja cara, per protegir-se de l‘implacable sol que feia. Això va fer que s’haguessin d’apropar més per poder veure’l millor.
Ell estava d'esquena, acabant d’amarrar uns caps, quan de sobte va quedar aturat: hi havia qualque cosa en l’aire que, com un colom missatger, li duia a la ment el record d’una fragància fina i delicada. Es va girar cercant entre la gent de darrere seu. Va fixar la mirada en una jove que també l’estava mirant, es va llevar el capell i el llançà, fora mirar, fent-lo rodar per l’aire amb una gran precisió fins a la coberta del vaixell, amb un acte precís i quasi inconscient d’una persona que està cansada de repetir aquest fet dia a dia. Va quedar bocabadat. Era el més preciós que mai havia vist. La imatge d’aquella jove el va encisar. Es va posar a caminar cap a ella i, a mesura que s’hi apropava, el seu encantament anava a més, i a pesar que ja havia passat temps i que la tela que havia trobat ja no feia més olor que la de la mar recordava com si fos ara la fragància que se’n desprenia, i la jove que l’estava captivant amb la mirada també ho feia amb aquella olor tan peculiar. I no va poder evitar apropar-s’hi descaradament. La serventa va fer un intent debades per impedir que el jove s’acostés a la princesa, però ella no deixà que ho evités. Les sensacions eren recíproques i ara se sentia més dona que princesa; el cor li bategava de pressa dins el pit, i una esgarrifança li va recórrer tot el cos. I no va poder quedar impassible davant un jove tan ben plantat, amb uns ulls negres de mirada clara, la pell cremada pel sol i amb una olor salada de la mar. I ell per olorar-la es va acostar tant a ella que això li va fer pujar els colors. Entre tots dos, com si fos un encanteri, es varen creuar espurnes de passió que van fer néixer la necessitat que s’haguessin de veure gairebé cada dia. Ella sols li va dir que tenia un pare molt sever que no volia que sortís amb ningú, i per això s’haurien de veure d’amagat.
Cada dia, quan arribava la barca, ella davallava a una caleta que hi havia davall el penya-segat i s’hi passaven hores xerrant fins que el sol era ben post. La conversa era fluida, com també la relació entre ells. Tots dos eren persones que sabien estar molt bé soles, però quan estaven juntes encara era molt millor que tot quant coneixien. Això va fer que de cada dia el seu amor creixés més i més. Així i tot, per por que canviés en qualque cosa l’encant d’aquella relació, ella no li va arribar a dir mai que era la filla del rei.
Per por del seu pare, va pensar més d’un cop que el millor era deixar-ho anar i seguir les directrius marcades per ell, però, per altra banda, alguna cosa dins ella no la deixava prendre aquesta decisió -ja se sap que quan predomina el cor, el cap hi té molt poc a dir. I així varen passar anys d'aquesta clandestina relació, fins que un dia, com era de veure, va arribar a orelles del rei que la seva filla tenia un idil·li amb un mariner.
Quan el rei se’n va témer va ser gros. Es posà vermell de ràbia i, amb els ulls injectats de sang, començà a anar amunt i avall cridant, blasfemant, i maleint-la, i li va prohibir que el tornés a veure. I va manar a la guàrdia que arrestés aquell jove que pretenia robar-li la seva princesa. Fins i tot, va pensar d’ajusticiar-lo públicament per escarment popular, per a que ningú més gosés atracar-se a la seva filla. El pobre jove va ser arrestat sense entendre’n els motius; estava completament desconcertat. Ell sols jurava i perjurava que no havia comès cap delicte per a que el tractassin d’aquella manera, i deia que tot allò havia d’ésser un error, però ningú no li va donar raons i el tancaren a empentes als calabossos del castell. La notícia va recórrer tot el regnat i la gent va manifestar el seu disgust per la decisió del Rei. D’altra banda, la princesa es va enfadar molt i discutí molt seriosament la decisió del seu pare, fet poc habitual en ella, perquè era el primer cop en la seva vida que s’enfrontava al seu pare, ja que era la primera vegada que ella volia una cosa que, en aquest cas, no la compensava com altres vegades: fer feliços els seus pares. I es va tancar en pany i clau a la seva cambra, fora voler xerrar ni veure ningú. La Reina, que solia secular sempre de manera incondicional les decisions del seu marit, aquest cop no hi estava gaire d'acord, no tant per la seva filla, sinó per les conveniències del seu regnat, ja que una demostració tan clara d’un rebuig cap a una classe social més baixa els desprestigiava la imatge davant el poble i els altres regnats, i li va fer saber que la seva actitud en comptes d’una solució creava un problema més gros. Aquí el Rei, acostumat a sortir-se amb la seva, davant tanta contrarietat va pensar en un desenllaç que pogués anar bé a tothom i, sobretot, a ell.
El rei, per assossegar el descontent dels seus súbdits i llevar el descontent de la dona i de la filla, va prometre que si en menys d'un any aquell jove tornava amb fortuna, deixaria que es casessin. La decisió semblava justa i va acontentar tothom. El jove, sense tenir temps de saber gairebé què passava, va ésser embarcat dins la seva nau. Tot el poble era al port per acomiadar-lo i desitjar-li sort, i li varen fer una festa popular en senyal de suport. La princesa només va tenir una estona molt curta per poder acomiadar-se’n i quan s’allunyava ell li va fer la promesa que tornaria amb riqueses suficients per a que li deixessin casar-se amb ella. El Rei confiava que ella l'oblidés i que ell no pogués arribar a conquerir riqueses, però el jove semblava tan emprenedor i la seva filla tan enamorada d'ell que temé que poguessin sortir-se amb la seva, i això, just de pensar-ho, el posava malalt. I amb l’excusa de fer-lo escoltar amb un dels vaixells de guerra reials va manar amb molt de secret als seus millors soldats de confiança que un pic s'allunyés de la costa el matessin i n’enfonsessin la barca. I així es va fer. El capità de la guàrdia quan li travessava el cor amb l’espasa, no pogué evitar sentir remordiments i llàstima per aquell jove que l’únic delicte que havia comès era haver-se enamorat i que ara, ferit de mort, no tenia altres paraules a la boca que mots per la seva estimada.
Passaven els mesos i no es rebia cap nova d'ell. Ella, com de costum, es passava els capvespres mirant la mar, amb la il·lusió de veure com tornava el seu estimat, amb la singular embarcació coronada de tan especial insígnia.
Fins que un dia, passejant per la platja, va trobar un trosset petitó de tela que la mar havia tret, i això li va fer recordar el seu mocador; va sentir com si qualque cosa de l'ànima se li trenqués. El seu cor s'encongí pensant el pitjor, i la va envair una tristor que sortia del més profund de la seva ànima i que de cada dia va anar a més. No era gaire racional el que sentia, però no ho podia evitar. Es passava els dies enfilada a la seva talaia, mirant la mar. Cada cop hi passava més hores. Quasi no menjava i s’estava tot el dia amb la mirada perduda fixa cap a la mar. Un dia que feia una forta tempesta de vent i pluja s’hi va passar tota la nit.
Al matí, quan el dia va clarejar, la lleial serventa va entrar a la seva cambra, com de costum, i la va trobar a faltar. Alarmada, la va a començar a cercar per tot palau i en no trobar-la va sortir als jardins. La tempesta ja havia amainat i el sol mig adormit feia esforços per escalfar l’aire fresc i especialment flairós d’aquell matí. Un crit esgarrifós li va sortir per la gola quan en arribar al penya-segat va trobar la princesa immòbil, recolzada a una pedra grossa on se solia enfilar per divisar millor l'horitzó. Era morta, amb els ulls oberts mirant a l'infinit, amb un estrany somriure a la boca. I el més curiós de tot era que estava coberta per una gruixuda capa de sal.
El Rei es volia morir. Amb crits desconsolats demanà perdó a la seva filla, perquè per la seva obstinació, supèrbia i egoisme de no tenir en compte els sentiments dels altres i voler que tot rodés com ell volia, per interessos que no tenien comparació amb la vida dels que més volia havia deixat perdre una filla. Per voler tenir-ho tot ara s’havia quedat sense res, però ja era tard per lamentacions i adonar-se del que havia fet. Desesperat i amb ràbia, va llençar la corona a la mar i abandonà tot quant tenia. Mai més se’n va saber res, d'ell. La Reina va emmalaltir davant els esdeveniments i quasi es va morir, però se’n va sortir i va poder regnar durant molt d'anys. A partir de llavors governà més amb el cor i no tant amb el cap, la qual cosa va fer que el regnat no fos tan pròsper però sí molt més feliç.
Diuen que hi ha dies que quan la mar va moguda i aixeca salistre se sent una peculiar brisa amb una subtil fragància. També diuen que el dia que morí la princesa la posta de sol es va tenyir de groc, que era el vaixell del seu estimat que venia a cercar-la, i que ella ja sabia que vendria perquè ell l’havia avisada amb un missatge imprès de sentiment a un tros de drap. Ell arribà com una ona, l'abraçà amb els seus braços de sal, deixant-ne sols el cos i se’n dugué la seva ànima amb ell mar endins, on viuen el seu amor per sempre més, fora de les misèries humanes.

viernes, 20 de febrero de 2009

EL MEU MILLOR AMIC

         Fa molt bon dia, amb un sol que com es sol dir, que crema el cul a les llebres , he sortit a fer una volta per el poble a veurà si trop al Macià, que segur que es a fer un suret, ell es el meu millor amic o mes ben dit ell me considera aixi, jo me l’aprecio molt, però no crec que el pugui considerar el meu millor amic, perquè la seva conducta te molt a desitjar, així i tot si se presentes el cas donaria la meva vida per ell , si ja se que no es molt lògic però es la naturalesa del meu ésser.
Vaig davallant xino-xano el carrer que va cap el moll, me van arribant efluvis de pixum de moix, quin fastit, si en veig algun sabrà lo que es bo, si a la vegada que me venen al cap las incongruències del amic Macià, la primera que ara en ver, es lo molt que diu que vol a la seva família i no hi es mai a casa seva, sempre se cerca trull, quant no es una cosa es un altra i si no se ho inventa.
Ara he de anar en conte perquè he de atravessar la Principal i passen molt de cotxes i si no vaig viu en faran la pell.
Vaig per el passeig marítim per sobre del club nàutic i en arribar al Reco de las Graneres, no puc evitar quedar bocabadat davant els espígols de formigó que han esguerrat la caleta, ple de vaixells, que a uns las pinten, altres las rasquen, altres que las ensabonen i donen màniga de aigua i tot això va a parar a la mar junt amb las taques de oli i gas-oil. Una degradació que va voler el Macià, ell que tan presumeix de estimar el seu poble, el mig ambient, que vol lo millor per el seu fill i que el recordin per lo que deixarà,
Vaja si el recordaran, la platja de son moll ja no si pot nedar fora que te surtin escemas a la pell i ulls, gracis a la contaminació del port nàutic per el increment de las embarcacions i del trànsit marí.
Li va falta temps per recolzar el projecte a canvi de poder accedir, venut ala seva vanidessa i egoisme humà, un lloc de amarrament d’una embarcació mes grossa, directament proporcional ala seva mancança espiritual.
Ara que parlem de espiritualitat, en fa recordar que quant el seu fill va tenir que combregar, perque segons ell es lo que toca i socialment li dona un imatge, es va rebotar molt quant el capella li volia fer un curset a l’Iglesia, no entenia que tenia que florir ell a l’iglesia . Lo que la gent no sap es que volia que el seu fill combregués a Valldemossa i el capella de allà li va dir que res de res. Encara li deuen xiular les orelles al capella de allà dels improperis que diu de la seva persona

Defensa lo que ell diu la seva terra perquè hi ha nascut i això li fa creurà en possessió de ella , quant ella ja hi era molt abans hi fos ell e hi serà molt desprès de que ell no hi sigui, la terra sempre esta al mateix lloc i es la gent que passa per ella.
Diu que respecta el mig ambient i que li agraden els animals, deu ser per això que construeix fora criteri adaptant el entorn ales seves necessitats i se menja els animals. (espero que a mi no me arribi a estimar tant).
Te un fill que just el veu, però això si li compra tot lo que pot i mes, per poder paliar les seves mancaçes emotives del el al·lot cap ell.
Se en riu de mi perque diu que som simple, que en qualsevol cosa me conformo, que no me complico gaire i que en amb un poc de menjar i de calor humà ja en tenc prou. Que som primitiu i en tracte com si fos collo. Quan es ell que menja que pareix que no hi sera a temps, mes engolit que degustant, de las taques no se en pot escapar

Un que el sent diria que es el model de pare de família ideal i que no ha trencat mai un tassó, quant per altre banda li pega el salt a la dona sempre que pot,


Se deu pensar que la seva raça es la correcta perque despòtica de negres, sud-americans, gitanos, forasters, tot això i mes, passant per el marietes, de les dones val mes no dir lo que pensa. Es petit i punyeta, i fa tan dalt com d’ample, de vegades penso que seria mes fàcil saltar-lo que donar-li la volta, te tanta figurera que esta disposat a tot per sortir amb la seva.

Crec que ja el veig, si aquesta forma de caminar es la seva i aquesta olor...si si es ell, quina alegria i aniré corrensos. Si ja se que ara el incongruent soc jo desprès de lo que le despoticat, pero que voleu que hi faci si es la meva naturalesa ... desprès de tot jo no soc mes que un petit ca rater, que se entusiasme de veure a l’amo
A vessant avantguarda